Los vi morir by Sven Hassel

Los vi morir by Sven Hassel

autor:Sven Hassel [Hassel, Sven]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Bélico
editor: ePubLibre
publicado: 1975-10-09T16:00:00+00:00


8

De ahora en adelante, es inútil recurrir a la Justicia. Una orden del Führer será suficiente cuando se trate de ejecuciones de criminales contra el Estado.

HIMMLER: Al director de la Policía, el SS Gruppenführer Kurt Daluege. 3 de enero de 1942.

Desde hacía tres horas, Hitler rabiaba en el Gran Cuartel General.

—¡Hatajo de cobardes, traidores, miserables! —gritaba a los silenciosos oficiales sentados a ambos lados de la gran mesa de roble.

El mariscal Keitel jugaba con un lápiz. El general Olbricht contemplaba una mosca que corría sobre el gran mapa de operaciones. Se deslizaba entre los alfileres de colores y se detuvo sobre una gran mancha roja: Moscú. El general Jodl ojeaba un fajo de documentos sobre la insuficiente producción de tanques. El mariscal Goering dibujaba proyectos de nuevos uniformes. El SS Reichsführer Himmler anotaba rápidamente las órdenes confusas que brotaban de la boca del Führer.

—¡Destituid inmediatamente a Guderian! —gritó—. Hoepner, ese dilettante criminal, debe desaparecer también de mi vista. ¿Acaso no ordenó a las tropas que resistiesen como fanáticos y que luchasen hasta el último cartucho? Y, ¿qué sucede? En cuanto esos primates empiezan a disparar, ¡mis inmundos soldados huyen como liebres! Siento vergüenza por el pueblo alemán. Si no fuese un fiel cumplidor de mi deber, dimitiría en el acto.

Dicho lo cual, dio una patada a una silla que cayó sobre los tobillos del general Fellgiebel, el cual lanzó un gemido de dolor. Hitler le lanzó una mirada asesina.

—El Feldmarschall Von Bock queda desposeído de su mando y le prohíbo que vuelva a ponerse el uniforme. Halder me ha comunicado que tenemos un millón cien mil soldados muertos o gravemente heridos… Bueno, ¿y qué? Una catástrofe, se atreven a decir. ¡No! ¡Una buena limpieza! Sólo los cobardes se dejan matar por esa raza inferior. ¡Prohíbo toda condecoración y todo ascenso hasta que el Ejército se haya rehabilitado!

Hitler exigió también la destitución de treinta y ocho generales, doce de los cuales fueron ejecutados. Model, general de Carros blindados, explicó que Napoleón había atacado a Rusia el 22 de junio y había llegado a Moscú el 14 de septiembre, o sea, a los ochenta y seis días, a pesar de que los soldados de la Grande Armée iban a pie. Ahora bien, el 14 de septiembre de 1941, las tropas motorizadas de Hitler se encontraban aún a 341 kilómetros de Moscú.

Durante cinco minutos, Hitler, rígido como un muerto, contempló boquiabierto al menudo general; después, estalló en un rugido prolongado y le arrojó un fardo de papeles a la cabeza.

—¿Se atreve usted a decir que yo, el Führer de la gran Alemania, soy inferior a ese ridículo corso? ¡Sólo el pueblo degenerado de Francia puede estar orgulloso de semejante individuo! Queda usted despedido, Model. No vuelva a presentarse delante de mí. Acaba usted de insultar a la gran Alemania.

Sin embargo, ocho días más tarde, Hitler se veía obligado a llamar de nuevo a Model, para mandar la retirada. Otros seis generales habían rehusado este honor. Dos de ellos fueron amenazados con el campo de concentración, pero se mantuvieron firmes.



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